22/5/14

Robert Livingstone, supongo

David Livingstone (1813-1873), médico, explorador y misionero escocés, héroe nacional de la Gran Bretaña victoriana, ése que cuando lo encontró el periodista Stanley en el corazón de África, tras años de no saberse nada de él, le dijo la famosa “gracieta” de “el dr. Livingstone, supongo”.

Livingstone tuvo 6 hijos de su esposa Mary, el mayor de los cuales se llamaba Robert, nacido en 1846 en lo que es hoy la República de Sudáfrica. Robert creció “libre” en África; algunos calificarían su educación de “inestable”, pero intentad sujetar a una estricta disciplina “victoriana” a un menjago mientras viajáis en caravana por el Africa inexplorada con más cuidado de las serpientes, los leones, los simpáticos caníbales y los cocodrilos, que de otros asuntos.

Con esas, sus padres lo mandan a Escocia al cuidado de dos tías tan solteronas como puritanas (imprescindibles también en toda historia victoriana que se precie). Robert mostró gran aversión por la escuela, debido probablemente a que su educación era inferior a la de sus compañeros de estudios; las tías no sabían cómo manejar al pequeño medio salvaje y lo cambiaron varias veces de internado.

Al morir en Sudáfrica la madre de Robert en 1862, éste decidió, sin permiso de su padre, regresar a África para encontrarse con él. Al llegar a Durban, Robert se encontró con una carta de su padre, el ya famoso explorador, prohibiéndole continuar más lejos y reunirse con él. Supongo que hay que tener en cuenta que David Livingstone no quería que su hijo se convirtiera en un inútil.

Robert Livingstone
Sin dinero y sin un lugar concreto donde dirigirse, Robert embarcó para los EEUU. En 1864, con el nombre ficticio de Rupert Vincent y mintiendo sobre su edad (dijo tener 20 cuando en realidad contaba 17 años) se alistó como soldado raso en el 3º de New Hampshire. Robert (Rupert) firmó como “sustituto” de otro individuo, un tal Horace D. Heath; la sustitución era algo común en el sistema de alistamiento de la época: si un hombre con suficientes medios quería comprar su no incorporación a filas, podía pagar a un inmigrante o a cualquier indigente para sustituirlo. No se sabe qué llevó a Robert a tomar esa decisión, pero no es raro que hubiera visto cualquiera de los muchos anuncios que en el New York Herald ofrecían hasta 700 dólares en efectivo para los suplentes.

En mayo de 1864 tuvo lugar la batalla de Laurel Hill (Virginia) entre los ejércitos de Grant y Lee. Rupert Vincent (Robert Livingstone) fue herido, hecho prisionero por los sudistas y encarcelado en el infame campo de prisioneros de Salisbury, Carolina del Norte; si la vida de un prisionero de la Unión en Salisbury era más que dura normalmente, en esa época, terminando la guerra (hacinados y sin alimentos), las condiciones eran insoportables.

Los registros del hospital de la prisión dijeron que el 5 de diciembre de 1864 el soldado raso Rupert Vincent murió de heridas recibidas en combate. No fue así. En realidad murió de frío, desnudo, tras haber sido despojado de sus ropas por otros más fuertes o no tan gravemente heridos. Papá David Livingstone, el explorador, había descubierto mientras no sé cuántos ríos, afluentes, cataratas Victoria, y cosas así, y en 1873, cuando se murió, lo enterraron en la Abadía de Westminster y ahí sigue. Éste sí que no fue un inútil.

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