31/5/14

Rosalie Beekman

Natchez es una ciudad del Estado de Misisipi, a orillas del río del mismo nombre.

El 2 de septiembre de 1862 la "USS Essex", cañonera de la Unión, realizaba allí una parada rutinaria cuando un grupo de excitados lugareños dispararon contra el barco; resultó muerto un marinero y heridos el oficial al mando y cinco tripulantes más. La "Essex" bombardeó entonces, en represalia, la ciudad de Natchez durante una hora.

"USS Essex"

Del bombardeo resultaron dos bajas mortales (las únicas en Natchez durante toda la Guerra): la de un anciano (aunque por un ataque al corazón) y la de Rosalie Beekman, de siete años.

Al comenzar el bombardeo, los padres de Rosalie decidieron que la familia se refugiara en las colinas a las afueras de la ciudad; en la huída Rosalie cayó al suelo; su padre (que ignoraba que había sido alcanzada por el fragmento de un proyectil de la "Essex") le pidió a gritos que se levantara y siguiera corriendo; la niña le contestó: "I can’t Papa, I’m killed". Y murió al día siguiente.

Tumba de Rosalie Beekman

30/5/14

No se muevan, caballeros

La Guerra de Secesión fue de las primeras que fueron cubiertas por la prensa de manera más o menos regular (en todos los sentidos de la palabra).

Dejando aparte los artículos escritos, las ilustraciones de los periódicos y revistas eran sobre todo dibujos, grabados, o dibujos o grabados a partir de fotografías, ya que entonces la tecnología no permitía reproducir directamente aquéllas en los periódicos.

Matthew B. Brady
Además, las fotografías de acciones en movimiento eran imposibles por aquello del necesario tiempo mínimo de exposición. Por ello, dejando a un lado los retratos individuales o de grupo que, evidentemente, no se tomaban en el fragor de la batalla, las casi únicas fotografías que dejan constancia de los enfrentamientos eran de… cadáveres, exquisitos cadáveres que decía alguien (ahorrémonos humorismos fáciles sobre la necesaria quietud para el famoso tiempo de exposición ante el objetivo).

El más famoso-conocido de los fotógrafos que seguían a las tropas era Matthew Brady, más apreciado ahora que en su tiempo, ya que entonces el público no quería saber nada de fotos de muertos y heridos; incluso hay quien le acusa de mover los cuerpos de donde realmente habían caído para lograr así mejores composiciones.

Pongo dos fotos de dos vivos entonces (eso sí, muy quietos) hechas por Brady (o quizás por su gente, que tenía bastantes “ayudantes”): Robert E. Lee y Ulysses S. Grant, los dos comandantes supremos (ya al final de la guerra) de los ejércitos enfrentados.



29/5/14

Me rindo

Cuando Lee comprendió que los restos de su Ejército de Virginia del Norte no tenían ya oportunidad alguna ante las tropas de la Unión de Grant, se concertó una cita entre ambos comandantes para firmar los términos de la rendición en la aldea de Appomattox, en la casa de un tal Wilmer McLean, el 9 de abril de 1865. (No fue esta la caída definitiva del Sur, pues aún tendrían que rendirse ante Sherman, unas semanas después, las tropas del general J. Johnston que permanecían en Carolina del Norte).

Este cuadro, pintado por Thomas Lovell, es la más famosa representación del momento de la rendición en la casa de McLean; no entretengo ahora con el listado de personajes que aparecen junto a Lee y Grant, algunos de ellos interesantes; sólo comento que el del pañuelo rojo en el extremo derecho es George A. Custer, quien realmente no estuvo presente en la sala, sino que su imagen fue añadida por el pintor (mientras que otros oficiales efectivamente presentes no figuran en la obra).


28/5/14

Cuánto me gusta tu nombre, Soledad

Uno de los medios empleados, supongo que conscientemente, para restañar las heridas que aún quedaran abiertas por la Guerra entre el norte y el sur era encontrar un enemigo común, al que pudieran arrearle juntos unos y otros; así, por ejemplo, en Cuba y Puerto Rico a finales del XIX, los españoles tuvimos que enfrentarnos a soldados y oficiales norteamericanos que habían luchado en su Guerra por la Unión unos, y por la Confederación otros.

Los indios también tuvieron su ración, incluso los franceses que Napoleón III había mandado a Méjico para apoyar la monarquía de Maximiliano y su esposa Bette Davis.

Sobre estos dos últimos grupos hay múltiples ejemplos en el cine, pero pongo un fragmento de una de las mejores escenas de batalla (escaramuza) que conozco, filmada por Sam Peckimpah en 1965 (o quizás la filmó el tipo de la segunda unidad mientras Peckimpah visitaba puticlús en Chihuahua).

La película “Mayor Dundee” está ambientada aún dentro del periodo de la Guerra de Secesión, y en la escena, los nordistas y sus prisioneros sudistas se enfrentan a los lanceros franceses, con suerte dispar. Atención a la música de Amfitheatrof:



En esta otra escena de la película se entremezclan marchas como "The Battle Hymn Of The Republic” (con letra de Julia Ward Howe, no de cuánto me gusta tu nombre, Soledad), Dixie (de Emmett), y "My Darling Clementine":


Aunque, al final, nada como el producto nacional:

27/5/14

De disfraces y Mocedades

Es comúnmente aceptado que "The cruel war" es una canción tradicional de la época de la Guerra Civil, aunque sus orígenes son ambiguos (hay quien la remonta a la época de la Revolución americana).

La canción original cuenta la historia de una joven esposa que, no queriendo separarse de su marido llamado a filas, decide seguirle cuando a éste lo llaman a filas, para lo cual la chica se disfraza de hombre, y al final resulta que es ella la que acaba muerta por una bala enemiga.

En la Guerra de Secesión numerosas mujeres siguieron al ejército en el que formaban sus maridos y otras muchas se disfrazaron de hombre y lograron alistarse (y participar en batallas) incluso por motivos únicamente patrióticos, lo que no es tan extraño si pensamos en la ausencia de reconocimientos médicos en el momento de ese alistamiento y en la poca frecuencia y las dificultades para el aseo personal en campaña.

De la canción existen muchas versiones, la más conocida quizás la de "Peter Paul and Mary", aunque esta gente puede resultar demasiado heavymetal para estas horas; la de Dolly Parton que, siendo mejor, puede resultar demasiado "exhuberante"; la de "Chad and Jeremy" parece una parioda, a su vez, de Austin Powers. Así que, sabiendo que tenéis el "youtube" para apreciar esas versiones (e incluso partiros la caja con alguna de ellas), me he decidido por el producto patrio, con Mocedades en su concierto de despedida de 1984, con Juan Carlos Calderón y Sergio y Estíbaliz.


(¿Alguien piensa como yo que lo de que este chico Sergio cantaba es una leyenda urbana y que, en realidad, sólo movía los labios? ¿No pasa lo mismo con el hermano de las Corr?)

26/5/14

De trilogías incompletas


"Ángeles asesinos" (The Killer Angels) escrita por Michael Shaara y premio Pullitzer en 1975, es una novela histórica que (con las dosis adecuadas de novela y de historia, lo que la hace satisfactoria tanto para los que busquen lo primero, como lo segundo, como las dos) reproduce los tres días de Gettysburg en julio de 1863.


(Una curiosidad: mi ejemplar de la novela, de la editorial Bibliópolis, tiene como ilustración de portada un detalle de la ilustración de 1906 de Howard Pyle sobre... ¡la batalla de Nashville, que tuvo lugar en diciembre de 1864!)

Muerto Michael Shaara, su hijo Jeff escribió:
  • Una "precuela" titulada "Dioses y Generales", que novela los acontecimientos y batallas anteriores a Gettysburg vividos por los personajes principales de "Ángeles Asesinos" (Lee, Hancock, Armistead, Chamberlain...), dedicando especial atención a Thomas "Stonewall" Jackson, quien para Gettysburg ya había muerto. El título está tomado de una frase de "Ángeles asesinos" que dice algo así como que no hay nada más parecido a Dios que un general en el campo de batalla.
  • Y una secuela, titulada "The Last Full Measure", que abarca desde Gettysburg hasta el fin de la guerra; este libro ni lo tengo ni lo he leído, y desconozco incluso si está editado en castellano. El título es una frase del famoso discurso de Lincoln en la inauguración del cementerio de Gettysburg.

La película (¿o telefilme largo?) “Gettysburg”, 1993, lleva a la pantalla la novela “Ángeles asesinos” y se estructura a partir de los tres días de Gettysburg:

El 1 de julio se centra en la llegada al campo del general Buford (para mí el militar más interesante de esta batalla), de la caballería de la Unión, interpretado por Sam Elliott, y el inicio de la batalla. El 2 de julio pone su atención en la batalla por “Little Round Top” y la acción del 20º de Maine dirigido por su coronel J. L. Chamberlain (Jeff Daniels). Y el 3 de julio tiene lugar la famosa (y mal llamada) carga de Pickett, con lo que finaliza la batalla.

Todo ello sin olvidar las peripecias del resto de personajes: Lee, Longstreet, Reynolds, Vincent, Armistead, Meade, Hancock…

La tengo en VHS (dos cintas que recuerdo compré hace mucho en el VIP’s de O'Donnell) y en DVD (uno que me trajeron del extranjero y otro, más reciente, en español, cuando salió por fin aquí en ese formato); pero el video tiene escenas que, no sé por qué, desaparecieron luego de la edición en DVD. Aquí los créditos iniciales, que están chulos:


Por si es de medio interés, cito los personajes por el orden que van apareciendo en esos créditos:
  • tte. gral. James Longstreet
  • cor. Joshua Lawrence Chamberlain
  • gen. Robert E. Lee
  • sgt. Kilrain (personaje ficticio)
  • tte. Thomas Chamberlain
  • gen. brig. Lewis Armistead
  • gen. brig. James Kemper
  • gen. div. George Meade
  • soldado Bucklin (personaje ficticio)
  • cor. Strong Vincent
  • gen. div. John B. Hood
  • Henry Harrison
  • cor. Fremantle
  • gen. div. Winfield S. Hancock
  • gen. brig. Garnett
  • gen. div. John Reynolds
  • gen. div. Richard S. Ewell
  • gen. brig. Isaac Trimble
  • gen. div. George Pickett
  • gen. div. John Buford

La película "Dioses y Generales" (2002) se basa en la novela del mismo nombre (la "precuela"), contando el principio de la guerra, las batallas de Bull Run, Fredericksburg y Chancellorsville, y finalizando con la muerte de "Stonewall" Jackson por las heridas sufridas en esta última batalla. Para mi gusto la película está demasiado centrada en este último personaje y no tiene el mismo nivel que "Gettysburg", aunque es cierto que la producción y la ambientación son también muy buenas.

Aquí los títulos del inicio de la película "Dioses y Generales", de 2002. La canción no es nada del otro mundo, pero sacan un buen repertorio de banderas regimentales:



Y sí, las trilogías son normalmente de tres, ya lo sé; pero resulta que el director Ronald F. Maxwell a estas horas (y hasta donde conozco) no ha encontrado financiación para filmar la tercera, la que se basaría en el tercer libro, "The Last full measure" que correspondía a la parte final de la guerra.

Por último, una canción y video clip realizado especialmente para la promoción de "Dioses y Generales":


Un tipo cuya música sirve igual para esos días en que estás sin ánimo de lucro ni de nada, como para ponerte en tu sitio en esos otros en que te crees que tu vida es el acontecimiento cósmico que condiciona la de los demás; un tipo que se ríe (cuando no lo ve nadie, que es la mejor forma de reírse) de su propia imagen, entendiendo por imagen ésa irreal y fabricada a medida que los demás se forjan de él; un tipo que prefiere ponerse irónico y divagar antes que enfadarse; un tipo al que es imposible encasillar y, más importante y sano aún, que no cae bien a todo el mundo, precisamente por eso, y también, y sobre todo, porque no se toma muy en serio; un tipo que no tiene voz, que toca regular, pero por el que se hubieran cambiado los Beatles, Hendrix, Van Morrison, Cohen o Neil Young.
I look into the eyes
of my merciful friend
And then I ask myself
Is this the end?
Memories linger
Sad yet sweet
And I think of the souls in heaven who will be

25/5/14

El despilfarro del Cráter

Muchos de los combates de la Guerra de Secesión se caracterizaron por su inutilidad a nivel táctico (no digamos ya estratégico) y por el despilfarro (si es que alguna vez no lo es) de vidas sin ningún tipo de ventaja militar; todo ello debido, entre otros factores, a la falta de profesionalidad, a la vanidad y a la ineptitud manifiesta de muchos de los mandos que podrían calificarse de meros y auténticos carniceros.

En la llamada batalla del Cráter, durante el asedio de Petersburg (julio de 1864), se minaron las defensas sudistas construyendo un túnel de 156 m. y se hicieron estallar casi 4 Tm de pólvora; la explosión abrió un cráter que hizo desaparecer a todo un regimiento sudista, cráter sobre el que se lanzaron los nordistas sólo para verse atrapados éstos, a su vez, en un agujero mortal en el que fueron totalmente masacrados. (Por ambos bandos más de 5 mil bajas, de ellos casi 900 muertos).

Entre los atacantes nordistas había una división de tropas "de color"; los sudistas no tenían a éstos por auténticos soldados y no se sentían obligados a respetar con ellos las supuestas "reglas" de la guerra, por lo que no hubo cuartel ni piedad.

Grant (comandante en jefe del norte) dijo de esta batalla que fue el más triste acontecimiento que había contemplado en toda la guerra.

La escena es de la película "Could Mountain", 2003.

24/5/14

El Fantasma Gris

John Singleton Mosby, conocido como el “fantasma gris”, se alistó como soldado raso en la caballería sudista y llegó a coronel bajo el mando, durante casi toda la Guerra, de J.E.B. Stuart. Participó en casi todas las batallas en el teatro del Este, y la zona del norte de Virginia en la que operaba su escuadrón con total impunidad llegó a conocerse como la “Confederación de Mosby”.

Dos anécdotas: en marzo de 1863 se introdujo con sus hombres tras las líneas enemigas y capturaron, sin disparar un tiro, a un general de la Unión, dos capitanes, 30 soldados y 58 caballos (el tal general no estaba tan preocupado por la deshonra de su captura como por que su mujer se enterara de las peculiares circunstancias que no le permitieron estar alerta ante la incursión enemiga).

En otra ocasión (1864) Sheridan ejecutó a seis hombres de Mosby, y éste se vengó con siete prisioneros nordistas; una nota en uno de los cuerpos señalaba que Mosby trataría a los cautivos siguientes como prisioneros de guerra, aunque Sheridan cometiera nuevos actos de crueldad. Las muertes por este motivo cesaron.

Después de la guerra apoyó la presidencia de Grant, quien le nombró Cónsul de los EEUU en Hong Kong; este apoyo no le granjeó precisamente simpatías en el Sur, donde hasta sufrió varios intentos de asesinato. Pero The Grey Ghost nunca fue fácil de atrapar

Mosby y J.E.B. Stuart en el invierno de 1862
Ilustración de David Wright

Y unas imágenes  —sin mayor rigor histórico—  sobre Mosby y sus hombres, hechas en la factoría Disney en 1966:

23/5/14

Motines de Scorsese

No todos, ni mucho menos, los que se alistaban para luchar en la Guerra de Secesión eran voluntarios henchidos de patriotismo.

Dejando aparte el problema endémico de las deserciones durante la contienda, había mucha gente —sobre todo en el Norte, que no se sentía "invadido" por el enemigo— opuesta a que los reclutaran forzosamente, por razones que podían reducirse a "bastantes problemas tengo con buscarme cada día la vida como para jugármela en un lugar más al sur, que ni sé dónde está, por la libertad de los negratas".

Del 13 al 16 de julio de 1863, tras imponerse en el Norte por Lincoln el reclutamiento militar forzoso, se produjeron en la ciudad de Nueva York una serie de motines populares (mayoritariamente se trataba de irlandeses ahogados por la pobreza) cuya represión por el ejército causó cientos de muertos, muchos de ellos de raza negra asesinados por los propios amotinados.


De Scorsese sólo me gusta "El último vals", porque se limita a rodar (y muy bien) a la gente estupenda que actúa, y estoy pendiente de ver "Living in the material world" en cuanto consiga el adecuado altar harekrisniano desde el que contemplar con el respeto y cariño debidos a George Harrison. Pero en "Gangs of New York" rueda buenas peleas (de esas de macarras con navajas), la última de las cuales se ve interrumpida por la represión del motín referido (ahorro las escenas truculentas y dejo la canción de "lluchú").

22/5/14

Robert Livingstone, supongo

David Livingstone (1813-1873), médico, explorador y misionero escocés, héroe nacional de la Gran Bretaña victoriana, ése que cuando lo encontró el periodista Stanley en el corazón de África, tras años de no saberse nada de él, le dijo la famosa “gracieta” de “el dr. Livingstone, supongo”.

Livingstone tuvo 6 hijos de su esposa Mary, el mayor de los cuales se llamaba Robert, nacido en 1846 en lo que es hoy la República de Sudáfrica. Robert creció “libre” en África; algunos calificarían su educación de “inestable”, pero intentad sujetar a una estricta disciplina “victoriana” a un menjago mientras viajáis en caravana por el Africa inexplorada con más cuidado de las serpientes, los leones, los simpáticos caníbales y los cocodrilos, que de otros asuntos.

Con esas, sus padres lo mandan a Escocia al cuidado de dos tías tan solteronas como puritanas (imprescindibles también en toda historia victoriana que se precie). Robert mostró gran aversión por la escuela, debido probablemente a que su educación era inferior a la de sus compañeros de estudios; las tías no sabían cómo manejar al pequeño medio salvaje y lo cambiaron varias veces de internado.

Al morir en Sudáfrica la madre de Robert en 1862, éste decidió, sin permiso de su padre, regresar a África para encontrarse con él. Al llegar a Durban, Robert se encontró con una carta de su padre, el ya famoso explorador, prohibiéndole continuar más lejos y reunirse con él. Supongo que hay que tener en cuenta que David Livingstone no quería que su hijo se convirtiera en un inútil.

Robert Livingstone
Sin dinero y sin un lugar concreto donde dirigirse, Robert embarcó para los EEUU. En 1864, con el nombre ficticio de Rupert Vincent y mintiendo sobre su edad (dijo tener 20 cuando en realidad contaba 17 años) se alistó como soldado raso en el 3º de New Hampshire. Robert (Rupert) firmó como “sustituto” de otro individuo, un tal Horace D. Heath; la sustitución era algo común en el sistema de alistamiento de la época: si un hombre con suficientes medios quería comprar su no incorporación a filas, podía pagar a un inmigrante o a cualquier indigente para sustituirlo. No se sabe qué llevó a Robert a tomar esa decisión, pero no es raro que hubiera visto cualquiera de los muchos anuncios que en el New York Herald ofrecían hasta 700 dólares en efectivo para los suplentes.

En mayo de 1864 tuvo lugar la batalla de Laurel Hill (Virginia) entre los ejércitos de Grant y Lee. Rupert Vincent (Robert Livingstone) fue herido, hecho prisionero por los sudistas y encarcelado en el infame campo de prisioneros de Salisbury, Carolina del Norte; si la vida de un prisionero de la Unión en Salisbury era más que dura normalmente, en esa época, terminando la guerra (hacinados y sin alimentos), las condiciones eran insoportables.

Los registros del hospital de la prisión dijeron que el 5 de diciembre de 1864 el soldado raso Rupert Vincent murió de heridas recibidas en combate. No fue así. En realidad murió de frío, desnudo, tras haber sido despojado de sus ropas por otros más fuertes o no tan gravemente heridos. Papá David Livingstone, el explorador, había descubierto mientras no sé cuántos ríos, afluentes, cataratas Victoria, y cosas así, y en 1873, cuando se murió, lo enterraron en la Abadía de Westminster y ahí sigue. Éste sí que no fue un inútil.

21/5/14

De irlandeses católicos

La ilustración de Don Troiani representa al padre William Corby, sacerdote de la Congregación la Santa Cruz y capellán de la Brigada Irlandesa, en el momento de conceder la absolución general a los hombres del 69º de Nueva York justo antes de entrar en combate en la batalla de Antietam (septiembre de 1862).


Dice el Salmo 129: "Si llevas la cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?"

20/5/14

Marchando por Georgia

Tras la toma de Atlanta en septiembre de 1864 (con el consiguiente trastorno para Escarlata), Sherman inició su famosa "marcha" a través de Georgia y las Carolinas que acabó de desbaratar el sur por la puerta trasera mientras, más al norte, en Virginia, Lee aguantaba a Grant como podía (más bien poco, ya).
Lo innovador de esta marcha es que inauguró lo que ha dado en llamarse "guerra total". Hasta ese momento, las "reglas" no escritas de la guerra establecían, como modo "normal-usual-admitido" de batallar, que los ejércitos se enfrentaban formando líneas uno ante el otro separados por unas decenas de metros, los combatientes apiñados hombro con hombro de compañero, y mosqueteándose a quemarropa (nada de agacharse ni atrincherarse, eso era de maricas y, además, se perdía la ventaja de concentrar el fuego) hasta que la línea enemiga se rompía y, como mucho, aparecía entonces la caballería para rematar la faena a sablazos.

Ese sistema, si no siempre se daba ortodoxamente en todo su esplendor, era, ya digo, lo más usual. Pero Sherman parte de Atlanta sin preocuparse de su base de suministros ni de su comunicación con ella (¡!), decidiendo alimentar a sus tropas del saqueo del terreno y quemando-destruyendo lo que no puedan llevarse, castigando de paso a la población civil y minando su moral: ya no sólo es objetivo el ejército enemigo, sino también los civiles y todo lo de cierto valor económico que se ponga por delante; eso es, a grandes rasgos, lo que empezó a considerarse como "guerra total", innovación que tuvo gran "éxito" en conflictos posteriores y, como quien dice, hasta hoy mismo.
William T. Sherman debió hacerlo bastante bien, ya que no alcanzó precisamente fama de tipo decente entre la gente del Sur.
Y recomiendo esta novela de E. L. Doctorow; no se encontrarán en ella más datos históricos que los imprescindibles para ambientarla en el episodio referido en esta entrada, pero creo que no decepcionará.

19/5/14

Pobre Escarlata...

Si bien opinar gratis de lo que se desconoce es arraigada costumbre española que en estos tiempos se hace especialmente intensa con lo de las redes sociales, me comprometo (sin renunciar un ápice a mi españolismo) a no tratar en este blog de un libro o película que no haya leído o visto.
Digo esto porque confieso que nunca he sido capaz de ver entera "Lo que el viento se llevó", pero hay escenas que quedan en la memoria por su espectacularidad, como ésta sobre los efectos del sitio de Atlanta por las tropas de Sherman en 1864.


Y como me apuntaba mi amigo Pat un día, entre la música que suena de fondo aparece una variación sobre el "Old Folks at home" de Stephen Foster, que más tarde se convertiría en "Swanee River".

18/5/14

Traveller

El "tirón mediático" que en el Sur tenía (tanto durante la guerra como después) el adorado personaje de Robert E. Lee alcanzaba incluso a su caballo.

"Traveller" no era lo que entenderíamos como un caballo de batalla (el trabajo de Lee no era liderar cargas de caballería), sino un medio de transporte fiable, aunque en una ocasión hizo caer a su dueño rompiéndose éste ambas muñecas.

Gen. Robert Lee y Traveller
Retrato de Michael Milley

Evidentemente no fue la única montura del general, pero "Traveller" fue el más famoso de sus caballos; lo compró en febrero de 1862 por 200 dólares y le acompañó durante toda la guerra, y aún después, cuando perdió numerosos pelos de su cola porque veteranos y admiradores se dedicaban a arrancárselos para conservarlos como "souvenir", de forma que Lee decía que parecía un pollo desplumado.

"Traveller" sobrevivió a su dueño y poco después (1871) fue sacrificado para ahorrarle sufrimientos tras contraer el tétanos.

***

En el colegio de mis hijos, justo después de ser admitidos, y antes de iniciar las clases de infantil, hacían a todos los niños entrevistas individuales con el fin, supongo, de conocerlos y evaluar su capacidad antes de repartirlos entre los diferentes grupos.

Entré en la sala con mi hijo de 4 años entonces y dos jóvenes psicólogas, aún tiernas como el tobillo una gamba, pero con gesto muy "pofesional", armadas de tests, documentos, lápiz y ordenador, comenzaron a "examinar" al niño.

En un momento dado le piden:
- Di los nombres de los animales que conozcas.
Y contesta el niño sin dudar:
- Baloo, Shere Khan,... Traveller...

Las otras le interrumpen, le dicen que sí, que vale, se miran entre ellas y me miran raro a mí. Y yo, como siempre que me mira con extrañeza alguna desconocida (cada día, en realidad), me encojo de hombros.

17/5/14

Un cojo presumido

Fanny White
Nacido en los años 20 del s. XIX, Daniel Sickles fue un niñato de familia bien. Abrió su despacho de abogado en Nueva York junto con una dudosa reputación a causa de sus cuestionables prácticas y una carrera política vinculada a manipulación de votos, votantes ilegales de otros distritos y peleas de taberna. Jovenzuelo rico y "disoluto", su primer escándalo estalló cuando acudió con su por entonces amante, una famosa prostituta llamada Fanny White, a la sede de la Asamblea del Estado de Nueva York de la que era miembro.

Con 33 años sorprendió a su familia al casarse con Teresa Bagioli, una adolescente de quince años; Sickles aceptó un puesto en la embajada americana en Londres, pero como su esposa embarazada no pudo acompañarle se llevó a su antigua amante, Fanny White, con la que no dudó en comparecer en una recepción de la Reina Victoria. De vuelta a Nueva York se implicó activamente en el montaje del Central Park, convenciendo al gobernador para que firmara el decreto de creación del famoso parque. Algo influiría también su participación en un consorcio que había comprado terrenos alrededor de la zona para la construcción de viviendas.

Pasado un tiempo, e instalado en Washington, obtuvo de su esposa Teresa una confesión por escrito de que se la estaba pegando con Philip Barton, uno de los protegidos políticos de Sickles, quien mató a su (supongo que ya ex) amigo de unos cuantos tiros, en la calle y a plena luz del día. Tras el asesinato Sickles se entregó y confesó el crimen. Su corta estancia en la cárcel no estuvo exenta de privilegios, ya que recibía visitas de familiares, políticos y periodistas, habilitando la vivienda de su carcelero para recibirlos. Incluso se le permitió conservar su arma.

Teresa Bagioli
Sickles fue defendido en el juicio por destacados abogados como Edwin M. Stanton (posteriormente ministro de la Guerra de Lincoln). Empleando una estrategia novedosa por parte de la defensa, en la que se declaró locura transitoria por parte de Sickles ante el adulterio de su esposa, fue declarado inocente. Era la primera vez que se aceptaba esta eximente en los Tribunales de EEUU.

Poco después el matrimonio se reconcilió públicamente, algo que la 'sociedad' no comprendió, ya que Sickles se había encargado de declarar ante la prensa que su esposa era una prostituta adúltera. El ostracismo social fue la primera consecuencia visible tras el juicio. Y en esto que, oportunamente para Sickles, estalla la Guerra.

Daniel Sickles
Dan Sickles tenía la misma experiencia y conocimientos militares que una almeja, pero, tal y como funcionaban las cosas entonces, se encargó de reclutar un regimiento de unos 3 mil voluntarios del que fue nombrado coronel gracias a sus contactos políticos. Para Gettysburg (1863) Sickles ya había ascendido a general de división y estaba al mando de un Cuerpo de Ejército, a pesar de no haber casi participado antes en ninguna batalla (lo que hacen las conocencias); el segundo día de la batalla, violando órdenes explícitas y sustituyéndolas por su propia incompetencia, los movimientos de sus divisiones casi causan un desastre absoluto para el ejército federal. El Cuerpo de Ejército de Sickles fue arrasado, y él mismo herido por una bala de cañón que destrozó su pierna derecha. Esa noche se la amputaron, y eso le sirvió para pasarse el resto de su vida autoproclamándose el héroe de Gettysburg.

Podía utilizar una pierna artificial, pero prefería asistir a las reuniones de veteranos mostrando su muñón como recordatorio permanente de su 'sacrificio'. Mark Twain, que le conoció personalmente, dijo: “Valora más la pierna que perdió que la que tiene. Estoy seguro de que si tuviera que elegir preferiría perder la que todavía tiene”. Cuando supo que las autoridades sanitarias pretendían reunir "especímenes de anatomía patológica junto con proyectiles y cuerpos extraños extraídos de los cuerpos mutilados de los soldados" para el recién creado Museo Médico del Ejército, envió allí su pierna amputada en una caja con una tarjeta donde ponía: “Con los respetos del general Daniel Sickles”. Visitaba su pierna todos los años, el día del aniversario de la amputación. Aún hoy se puede visitar. Si se tienen ganas e interés.

Al acabar la Guerra creó su propia versión de la batalla de Gettysburg, inventando sus acertadas decisiones y haciendo hincapié en la incompetencia de los demás. En 1869 se retiró del ejército con el rango de general de División. De 1869 a 1874 estuvo en España como embajador de los EEUU. Teresa había fallecido en 1867 y Sickles se casa de nuevo; vuelve a ser elegido congresista (es lo que tiene ser un 'héroe de guerra' que ha perdido una pierna por su país) aunque tuvo que abandonar cuando estalló un escándalo financiero al descubrirse una malversación de fondos. En abril de 1914 Daniel Sickles sufrió una hemorragia cerebral, falleciendo días después en su casa de Nueva York, rodeado de su mujer y sus hijos.

(El general confederado James Longstreet había dirigido el ataque al Cuerpo de Sickles en Gettysburg. Ambos trabaron una gran amistad tras la Guerra y el día de San Patricio de 1892 los dos veteranos asistieron al banquete de la Sociedad Irlandesa de Atlanta. Al salir juntos de la fiesta, un simpático Sickles dijo: “Espero que sientas haberme disparado en la pierna en Gettysburg. Supongo que tendré que perdonarte algún día”. Longstreet riéndose a carcajadas le contestó: “¿Perdonarme? ¡Deberías darme las gracias por haberte dejado sin pierna para presumir!”).

Sickles en 1912

16/5/14

Cuestiones de “honor”

La Guerra de Secesión tuvo lugar en una época en la que las cuestiones de honor eran muy caras entre los hombres que en ella participaban, más allá de su condición de militares. La muerte era algo normal en una guerra y, en algunos casos, preferible a soportar ciertas dudas sobre la propia valía como hombre valiente.

Richard B. Garnett
El general confederado Richard B. Garnett murió el 3 de julio de 1863 en Gettysburg al mando de una de las brigadas que conformaban la llamada "Carga de Pickett". La carga se desarrolló por un espacio descubierto de casi tres millas mientras los sudistas se veían masacrados en su avance por balas de cañón, botes de metralla, y mosquetería. No sirvió de nada (una matanza inútil ordenada por el bueno de Bobby Lee).

Garnett fue el único de los atacantes a caballo, un blanco fácil y apetecible. Y él lo sabía. Unos dicen que estaba enfermo y que por eso no podía cargar a pie. Pero me permito creer que en su ánimo pesó (¿hasta el punto de buscar el suicidio?) la injusta censura por parte de "Stonewall" Jackson, su superior en la campaña del Valle Shenandoah del año anterior, y que nunca fue explicitada en un Consejo de Guerra. Y Jackson no era un cualquiera, ni en el Ejército del Norte de Virginia, ni para la opinión pública del Sur.

En todo caso, seguramente hubiera caído igual. Su cuerpo no fue encontrado; es lo que suele ocurrir si te acierta de lleno una bala de cañón.

"Brig. Gen. Garnett leading his brigade during Pickett's charge"
Ilustración de Dale Gallon

Ellon Farnsworth
Pero también en el ejército del Norte había gente quisquillosa por lo que hace a cuestiones de “honor” (lo entrecomillo por qué no sé hasta qué punto se confundía, no sólo en aquéllos tiempos, el honor con la inmejorable opinión que uno suele tener sobre sí mismo).

Elon Farnsworth comenzó la guerra de soldado raso, pasó (como teniente y capitán de caballería) como Ayuda de Campo por algunos Estados Mayores, y para Gettysburg (julio 1863) era General de Brigada. No nos engañemos, el tipo (aún sin 26 años cumplidos) no es que fuera brillante militarmente hablando, pero tenía “contactos” (partido demócrata, un tío bastante mandamás, hermandades alfa fi o como se llamen por ahí, tipo Animal House de John Belushi).

Judson Kilpatrick
Foto de Matthew Brady
Su jefe directo, el general Hugh Judson Kilpatrick (otra buena pieza) le ordenó, el tercer día de Gettysburg, una carga tan suicida como estúpida; Farnsworth mostró sus razonables reticencias al principio, pero en cuanto Kilpatrick empezó a nombrar la palabra “covardice” cumplió presto la orden, ganándose con ello no sólo cinco agujeros de bala en su valiente pecho, sino un elevado número de bajas en su brigada; pero bueno, estas últimas bajas no eran de la Alfa Pi ni sabían lo que era el “honor”, ya te digo.

15/5/14

U. S. Grant

A Grant no le gustaba ser soldado: de familia humilde, acudió a West Point por la posibilidad que le ofrecía de una buena formación (de aquélla la Academia militar de EEUU era más que nada una buena escuela de ingeniería); no fue un alumno brillante y se graduó el 21 de una promoción de 39. 

Participó en la guerra de Méjico (1845-1848) y después fue destinado a guarniciones de Oregón y California, donde se dio a la bebida de mala manera*, deprimido por encontrarse lejos de su esposa, ya ves. Abandona el ejército y las cosas no le pueden ir peor: negocios ruinosos, fracasos profesionales y más bourbon.

Estalla la Guerra y el resto es Historia (bueno, y lo anterior también, pero es que era una frase hecha bastante chula y quería ponerla en alguna parte): reingresa en el ejército, general, comandante en jefe y, con la paz, Presidente de EEUU en 1869, con 46 años; su mandato presidencial, proteccionista y antiliberal, se caracterizó por el nepotismo, los escándalos financieros y la corrupción de sus colaboradores; al dejar la Casa Blanca, de nuevo arruinado, llega a publicar sus Memorias justo antes de morir, dejando así a su familia al menos el legado material de sus derechos de autor.

Ulysses S. Grant fotografiado por Matthew Brady en 1864

Pero lo que realmente hace a Grant el mejor comandante de la Guerra de Secesión es la perfecta comprensión (a diferencia de la mayoría de sus colegas de uno y otro bando) de lo que realmente significa una guerra (que empezaba a ser) moderna: nada de desfiles triunfales bajo las banderas, ni batallas decisivas (tipo Austerlitz o Waterloo), no; la guerra es sucia, agotadora, impredecible, injusta, ladrona y traidora, no ahorra daños a civiles o inocentes, no deja hueco a la piedad ni a las florituras ni a lamentarse con las listas de bajas, y hay que aceptar esas circunstancias, actuar con decisión y acabarla (batiendo al enemigo) cuanto antes y sin condiciones.

Una de sus frases: “The art of war is simple enough. Find out where your enemy is. Get at him as soon as you can. Strike him as hard as you can, and keep moving on”.

*Grant era alcohólico. Ahora bien, no consta ningún episodio en el que sus decisiones militares estuvieran influidas por la bebida o por un estado lamentable de cocción, a diferencia de otros generales (de ambos bandos) que entraban en batalla totalmente beodos, con consecuencias dramáticas para los hombres a su mando.
Su suerte fue tener a su lado, como ayuda de campo, a su cuñado, el coronel Frederick T. Dent, quien ejercía sobre él un auténtico “marcaje al hombre” para que Grant no se desmandara con la botella. Desde ese punto de vista, Dent tiene también su mérito en los esfuerzos por ganar la Guerra.

14/5/14

Los nosécuántos sauces


Una de las formas mediante las que la "conciencia colectiva" (perdón, no se repetirá) del Sur intentó superar o, al menos, soportar la derrota en la guerra fue la creación artificial de un "imaginario" (he vuelto a caer, lo siento), una visión idealizada o simplemente inventada de las tradiciones y costumbres sureñas: la caballerosidad de los hombres del sur (los blancos), la gentileza de sus damas, lo idílico de sus mansiones y plantaciones (como si todas fueran Tara y los nosécuántos sauces)...

Aparece así la visión del "Viejo Sur" aristocrático y orgullosamente decadente en la derrota, con "culpables" en la literatura como Margaret Mitchell, Irving S. Cobb y, a otro nivel, Tennessee Williams, o incluso Harper Lee.

Y eso quizás podría explicar el que un símbolo como la bandera de guerra de los rebeldes perdedores se vea con normalidad y simpatía en el techo del coche de los hermanos Duke o en los conciertos de Lynyrd Skynyrd (hasta que la mierda de lo políticamente correcto, tan norteamericana, acabe de superarnos), y que Robert E. Lee, de alguna forma corresponsable de tantas muertes de jóvenes americanos (cuantitativamente muchas más que Ho Chi Minh) sea una de las figuras más populares y queridas de los EEUU.

13/5/14

De curas y arzobispos

El 69º de Nueva York, irlandeses, fue de los primeros regimientos nordistas en formarse al inicio de la Guerra.

Su primer capellán fue el padre Thomas Mooney, nacido en Manchester (Inglaterra), ordenado sacerdote en 1853 en Nueva York, y nombrado párroco de "Santa Brígida".

rev. Thomas J. Mooney
El arzobispo Hughes de Nueva York advirtió al padre Mooney de que en el regimiento había alistados un gran número de "Fenians" (precursores del IRA) quienes, según Su Ilustrísima, no debían ser admitidos en los Sacramentos ni recibir, en su caso, cristiana sepultura. (Los "fenianos" eran mal vistos por la Iglesia en aquella época por la oposición de Pío IX a cualquier movimiento "revolucionario", y porque ese grupo había sido de los primeros en pedir la separación de Iglesia y Estado en Irlanda).

El padre Mooney se hizo pronto muy popular entre soldados y oficiales del regimiento. Decía un corresponsal del "New York Times": "Gran parte del buen orden y la disciplina moral que existe en las filas se debe a los esfuerzos incesantes del padre Thomas Mooney, un admirable ejemplar del verdadero sacerdote que, si no fuera capellán, sería sin duda un buen candidato para coronel".

Arzobispo Hughes
(fotografía de M. Brady)
El 13 de junio 1861, el 69º emplazaba un cañón en Fort Corcoran (cerca de Washington) y el padre Mooney decidió bendecirlo y "bautizarlo" como "The Gun Hunter"; el arzobispo no compartía ese sentido del humor y, tras una dura reprimenda por "participar en una ceremonia desconocida para la Iglesia", le ordenó dejar el Regimiento y volver a Santa Brígida. Tampoco ayudó mucho que Mooney se hubiera encaramado un día a un alto poste para enderezar una bandera que había quedado atrapada durante una ceremonia de izado. Es de suponer que tales proezas atléticas no concordaban con la idea de conducta sacerdotal que tenía Su Ilustrísima. Se cuenta que, en el fondo, lo que había tras su ‘cese’ era que el padre Mooney no había seguido los consejos de su Arzobispo en cuanto al tratamiento que había que dar a los "fenianos".

En fin, que el padre Mooney fue sustituido como capellán del 69º por... un jesuita. Mooney, párroco de Santa Brígida, siguió ligado, aun en la distancia, con el 69º de Nueva York y, en general, con toda la Brigada Irlandesa, entre cuyos hombres fue siempre enormemente popular.

Moraleja: deberían también dimitir a esos curas que se cogen de la mano con toda la peña para cantar el Padrenuestro de los sonidos del silencio #veteacagar #nosepuedesermáscursi.

El P. Mooney diciendo Misa el 1/7/1861. Fort Corcoran.
(Fotografía de Matthew Brady)

12/5/14

De Fort Wagner a Shawshank

"Glory" (Edward Zwick, 1989, con una excelente banda sonora de James Horner) narra la formación del Regimiento nº 54 de Massachusetts, compuesto por soldados negros. El clímax de la película es el asalto encabezado por el 54 al Fuerte Wagner, en la Bahía de Charleston, el día de San Federico de 1863; otra operación mal planificada, peor ejecutada, militarmente inútil y que sirvió para masacrar al regimiento (eso sí, con "Gloria").

Pero más allá de los hechos de armas, lo que plantea la película es que la creación de regimientos de tropas de color en el norte y su posterior empleo (en las escasas ocasiones en que se utilizaron seriamente), estaban cargados de hipocresía, corrección política y racismo latente.

Algo así como: "vale, yo no tengo esclavos como esos rebeldes del sur, y alisto a soldados negros para que luchen por la libertad, bla, bla, pero ¿iguales? Venga ya. Estos negratas no valen el pedo de un blanco; y por otra parte, si los lanzo directamente a la batalla, los intelectuales abolicionistas de Boston me acusarán de usarlos como carne de cañón...".

Y los afanes del protagonista, el coronel Shaw (blanco, como todos los oficiales del regimiento, no nos pasemos) van dirigidos a obtener para sus hombres un trato digno como soldados del ejército de la Unión, con independencia de pigmentos.

"Col. Robert G. Shaw and the 54th Massachusetts", Mort Künstler


Pongo primero una escena incruenta sobre algo que, por cierto, sabían hacer mucho mejor (en general) los negros que los blancos.



En la Guerra de Secesión también se usaban —aunque no mucho— granadas de mano, de esas que detonaban con el impacto como podéis ver a los 20 segundos del siguiente vídeo, de la misma película.


El fuerte nunca fue tomado, a pesar de los continuos asaltos de los nordistas en los meses sucesivos, sino que fue finalmente abandonado por los confederados ante la falta de agua potable, ya que la que había resultó contaminada porque muchos de los soldados muertos en los sucesivos ataques estaban enterrados cerca de los pozos que abastecían el fuerte.

Cuando el fuerte fue abandonado por los sudistas en septiembre de 1863 quedó gran cantidad de pólvora almacenada en su arsenal lo que, en combinación con la imprudencia de dos soldados federales borrachos que andaban golismeando por allí, hizo que todo el tinglado estallara, muriendo unos 300 soldados de la Unión que acababan de ocupar la fortaleza.

Y no me resisto a decir que el sargento Carney, en quien quizás esté inspirado el personaje interpretado por Morgan Freeman (antes de que se ‘institucionalizara’ en Shawshank), obtuvo por su actuación en el asalto a Fort Wagner la Medalla de Honor del Congreso. ¿Se la merecía? Seguro. ¿Influyeron en su concesión la corrección política y el paternalismo de "cabaña de Tío Tom"? No sé.