Sullivan Ballou, un abogado de Rhode Island, se unió al Ejército de la Unión al empezar la Guerra. Pocos días antes de la primera batalla de Bull Run (21/7/1861), Ballou escribió una carta a su esposa, Sarah Hart Shumway, de la que copio algunos párrafos:
Una bala de cañón arrancó la pierna derecha del mayor Ballou mientras dirigía a sus hombres. Murió una semana después y fue enterrado en el mismo campo de batalla. Su cuerpo fue posteriormente desenterrado y quemado por ladrones de tumbas de la Confederación. Tenía 32 años en el momento de su muerte, y su esposa 24.
La carta nunca fue enviada, sino que se encontró en su equipaje y se entregó a su viuda.
Sarah vivió hasta los 80 años y no volvió a casarse. No me extraña, imagínate el susto cada vez que la muchacha notara una suave brisa en la mejilla...
"Sarah, mi amor por ti es inmortal, me une a ti con lazos poderosos que nada sino la Omnipotencia podría romper y, sin embargo, mi amor por la Patria se apodera de mí como un viento fuerte y me lleva irresistiblemente al campo de batalla". (...)
"Cuando exhale mi último aliento susurraré tu nombre. Perdona mis faltas y los muchos dolores que te he causado. ¡Qué irreflexivo y estúpido he sido tantas veces! Con mucho gusto lavaría con mis lágrimas cada pequeña mancha sobre tu felicidad". (...)
"Si los muertos pueden volver a esta tierra y revolotear alrededor de aquellos que amaban, yo siempre estaré cerca de ti, en el día más brillante y en la más oscura noche, en medio de las escenas más felices y las horas más pesimistas, siempre; y si notas una brisa suave en tu mejilla, será mi aliento, será mi espíritu que pasa". (...)
"Sarah, no me llores si muero, espérame, porque nos volveremos a ver ". (...)
Una bala de cañón arrancó la pierna derecha del mayor Ballou mientras dirigía a sus hombres. Murió una semana después y fue enterrado en el mismo campo de batalla. Su cuerpo fue posteriormente desenterrado y quemado por ladrones de tumbas de la Confederación. Tenía 32 años en el momento de su muerte, y su esposa 24.
La carta nunca fue enviada, sino que se encontró en su equipaje y se entregó a su viuda.
Sarah vivió hasta los 80 años y no volvió a casarse. No me extraña, imagínate el susto cada vez que la muchacha notara una suave brisa en la mejilla...
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