19/7/14

Ejecución de un suizo

 

La imagen es del momento de la lectura de la sentencia de muerte dictada, al acabar la guerra, contra Henry Wirz, comandante del campo de prisioneros nordistas de Andersonville justo antes de su ejecución.

"Andersonville", 1996
Wirz (nacido en Zurich) sólo estuvo un año, el último de la guerra, al mando de Andersonville; las extremas condiciones de "vida" de los internos (sin techo, sin comida, sin medicinas, sin agua potable) no eran mucho mejores que las de un campo nazi o soviético de la IIGM. Durante los 14 meses de existencia del campo de Andersonville pasaron por allí 45 mil prisioneros, de los cuales murieron unos 13 mil. Y los que quedaron tampoco estaban para bromas.

Wirz fue juzgado por múltiples asesinatos, muchos de ellos cometidos por su propia mano, y colgado en la horca el 10 de noviembre de 1865, en el lugar en el que hoy se ubica el Tribunal Supremo de los EEUU. Su cuello no se rompió con la sacudida de la caída y se asfixió lentamente pataleando en el aire hasta morir.

Tiempo después apareció como falso el principal testimonio (aquí cuento de uno de los testigos) que condujo a su condena, y aparecieron datos que demostraban que las infrahumanas condiciones del campo de prisioneros no sólo no le eran imputables, sino que Wirz hizo mucho por remediarlas.

Pero es lo que tiene la pena de muerte, que una vez ejecutada es difícil reponer las cosas a su estado primitivo.

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