30/6/14

John L. Burns y Timothy H. O'Sullivan

John L. Burns, nacido en Nueva Jersey en 1793, participó en la guerra angloamericana de 1812 y en la guerra contra Méjico en 1843.

Al estallar la Guerra de Secesión quiso alistarse, pero se le impidió por su avanzada edad (casi 70 años) y trabajó como conductor de carros al servicio del ejército de la Unión, hasta que fue nombrado alguacil de una insignificante localidad de Pennsylvania: Gettysburg.

El primer día de la batalla (1 de julio de 1863) Burns, con 69 años, cogió su mosquete de chispa y el típico cuerno de pólvora y salió de su casa (vestido con sus mejores galas, sombrero de copa incluido) a matar rebeldes; encontró un soldado nordista herido, de quien tomó su rifle y munición más modernos, y se le permitió luchar como francotirador desde los bosques por la protección que los árboles ofrecían no sólo de las balas enemigas, sino también del sol de julio.

Peleó hasta bien entrada la tarde (y sí: mató a algunos rebeldes); las líneas de la Unión se retiraron apresuradamente entonces y dejaron a Burns caído en el campo de batalla, con heridas en el brazo, la pierna y el pecho, aunque fue capaz aún de arrastrarse lejos de su arma y enterrar la munición justo antes de ser encontrado por el enemigo.

Hizo bien porque, de otro modo, hubiera sido ejecutado allí mismo por combatiente no uniformado; el viejo logró convencer a los sudistas de que era un simple civil que rondaba el campo de batalla en busca de su esposa inválida, y un médico confederado curó sus heridas.

Esta foto es de Timothy H. O'Sullivan (1840-1882), ayudante del famoso fotógrafo Matthew Brady, y fue tomada algo después de la batalla mientras Burns se recuperaba de esas heridas:


Pronto se corrió la voz y John L. Burns se convirtió en celebridad y héroe nacional, fue visitado incluso por el propio Lincoln, y hasta el famoso Francis Bret Harte le dedicó un poema, de esos épicos y así.

En sus últimos años la mente le empezó a fallar y habitualmente sus amigos debían salir a buscarlo por los campos cuando erraba inconsciente; una vez llegó hasta la ciudad de Nueva York, donde fue encontrado una noche de invierno-frío-forastero en estado de absoluta indigencia.

Lo llevaron de vuelta a casa, pero allí ya murió de una buena neumonía en febrero de 1872, con casi 80 años, no está mal.

Y, por el mismo e increíble precio que aparece en sus pantallas, pongo esta otra fotografía de Timothy H. O'Sullivan, tomada en el río North Anna, Virginia, en 1864, en la campaña del asedio de Petersburg. Se ven al fondo las ruinas del puente del ferrocarril que unía Richmond y Fredericksburg.

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