“Los cuatro jóvenes rostros, sobre los que se reflejaba la luz del fuego de la chimenea, se iluminaron al oír las animosas palabras; pero volvieron a ensombrecerse cuando Jo dijo tristemente:
—No tenemos aquí a papá, ni lo tendremos por mucho tiempo.
No dijo «tal vez nunca», pero cada una lo añadió silenciosamente para sí, pensando en el padre, tan lejos, donde la lucha tenía lugar. Ninguna habló durante un minuto; después dijo Meg con diferente tono:
—Sabéis que la razón por la que mamá propuso que no hubiera regalos esta Navidad fue porque este será un duro invierno para todos, y piensa que no debemos gastar dinero en caprichos mientras nuestros hombres sufren tanto en el frente. No podemos ayudar mucho, pero sí hacer pequeños sacrificios, y debemos hacerlos alegremente”.
—No tenemos aquí a papá, ni lo tendremos por mucho tiempo.
No dijo «tal vez nunca», pero cada una lo añadió silenciosamente para sí, pensando en el padre, tan lejos, donde la lucha tenía lugar. Ninguna habló durante un minuto; después dijo Meg con diferente tono:
—Sabéis que la razón por la que mamá propuso que no hubiera regalos esta Navidad fue porque este será un duro invierno para todos, y piensa que no debemos gastar dinero en caprichos mientras nuestros hombres sufren tanto en el frente. No podemos ayudar mucho, pero sí hacer pequeños sacrificios, y debemos hacerlos alegremente”.
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